Román Gubern y la naturaleza muerta
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1. La pérdida del aura: el arte orgánico en manos de la tecnología
Esta idea se inspira en las reflexiones de Walter Benjamin sobre la reproducción mecánica y el concepto del “aura” de la obra de arte. Gubern, siguiendo este pensamiento, podría sugerir que la colección de naturalezas muertas sintetizadas a través de la tecnología pone en cuestión la autenticidad del objeto natural. En su estado original, una naturaleza muerta representa lo efímero y lo orgánico: frutas, flores, objetos cotidianos que capturan un momento de belleza o decadencia. El artista clásico de naturalezas muertas capturaba esta temporalidad y la traducía en una representación estática pero cargada de simbolismo.
Sin embargo, en la reinterpretación tecnológica, el objeto natural pierde su aura original, transformándose en una simulación perfecta pero desprovista de imperfección humana. Las herramientas digitales y la visión asistida por máquinas crean una versión optimizada, en la que cada detalle es corregido y pulido. Esto podría llevar a lo que Gubern llamaría una deshumanización de lo natural, donde la naturaleza ya no es representada en su estado más puro, sino a través de los filtros y algoritmos que las máquinas aplican.
La “pérdida del aura” en este contexto se traduce en una distancia entre el espectador y el objeto representado. Ya no se siente la imperfección o el paso del tiempo que caracteriza a una flor marchita o una fruta en descomposición. En su lugar, el espectador es testigo de una versión tecnológicamente sublimada de la naturaleza, lo cual plantea preguntas sobre el impacto de la digitalización en nuestra percepción de lo real y lo vivo.
2. La simulación tecnológica de lo real
Una segunda tesis clave que Gubern podría desarrollar sería el concepto de simulación, inspirado en Jean Baudrillard. Según Baudrillard, en la era posmoderna, las simulaciones reemplazan a lo real, hasta el punto de que las copias superan al original en su perfección y precisión. En el caso de la colección de naturalezas muertas, lo orgánico se convierte en una representación artificial creada por la colaboración entre la visión humana y las máquinas. Gubern podría argumentar que esta práctica artística refleja una crisis de lo real, en la que ya no estamos representando la naturaleza tal como es, sino una simulación construida a partir de la interacción entre el ojo humano y la capacidad computacional.
Este proceso, que podría verse como una forma de hiperrealidad, donde la realidad es sustituida por una versión perfeccionada e idealizada, hace que la experiencia del arte cambie profundamente. Lo orgánico, que es inherentemente imperfecto y transitorio, ahora aparece bajo una forma pulida y calculada. Para Gubern, esta transformación no solo altera el objeto artístico, sino que cambia nuestra relación con la naturaleza misma, ya que la maquinización de lo naturalimplica que cada vez dependemos más de lo digital para entender y percibir el mundo.
La máquina no solo actúa como un intermediario, sino como un co-creador del arte, lo que plantea preguntas sobre la autoría y la creatividad. ¿Es el artista humano todavía el autor de estas obras, o la máquina también reclama parte de esa autoría? En esta cuestión, Gubern podría explorar cómo el papel de la tecnología en el proceso artístico desdibuja las líneas entre creador, herramienta y obra final, llevando a una nueva forma de arte que es híbrida por naturaleza.
3. La transformación de la creación artística en la era de la imagen artificial
Gubern ha sido un estudioso del impacto de la imagen artificial en la cultura visual. En este sentido, la colección de naturalezas muertas que emplea la colaboración entre el ojo humano y la máquina podría verse como un ejemplo del futuro de la creación artística. Gubern argumentaría que hemos entrado en una nueva fase de la historia del arte, donde las herramientas digitales no solo facilitan la creación, sino que redefinen lo que significa crear. Las imágenes ya no son simples representaciones, sino que se convierten en el resultado de un proceso de cálculo y simulación que las acerca más a la tecnología que al arte tradicional.
Para Gubern, esta colección representa un ejemplo de cómo las máquinas están transformando la experiencia visual humana. La máquina no es solo un medio, sino que actúa como un filtro que impone su propia lógica sobre el mundo orgánico. Al reinterpretar lo natural de manera sintética, las máquinas están participando activamente en el proceso creativo, generando nuevas formas de percibir y experimentar la realidad.
Gubern también podría explorar cómo esta colaboración entre humanos y máquinas redefine los límites de la creatividad. En la creación asistida por IA, por ejemplo, el artista humano cede parte de su control creativo a los algoritmos, lo que plantea preguntas sobre la originalidad y la autoría. ¿Dónde termina la creatividad del artista y comienza la intervención de la máquina? Esta cuestión podría llevar a Gubern a sugerir que estamos asistiendo al nacimiento de una nueva clase de arte, en la que lo humano y lo artificial se entrelazan inseparablemente.
Conclusión
Román Gubern vería esta colección de naturalezas muertas como una ventana al futuro del arte en la era digital, donde la tecnología no solo transforma las herramientas a disposición de los artistas, sino que redefine la naturaleza misma de lo que consideramos arte. A través de la pérdida del aura, la simulación tecnológica de lo real y la transformación del proceso creativo, Gubern sugeriría que estamos entrando en una nueva etapa de la estética contemporánea, una etapa en la que la colaboración entre humanos y máquinas no solo es posible, sino inevitable.